viernes, 22 de octubre de 2010

La tierra del sur

De aquí miro a mi sur lejano,
Distante e inigualable pedazo de tierra.
En ella conjugue mis más sabrosos sueños,
Mis amores ocultos entre aromos y huellas.

De mi ventana veo aquel arcoíris amarillo
Que de tiempo en tiempo humea en el horizonte.
Sus pilares sostienen las aves del cielo
Y su valle se enjuaga de verdes primaveras.

El polvo rojizo al caer gotas de madrugada
Entra en mis sentidos borracho y taciturno,
Despierta antiguos colores jocosos y rocosos
De maderas humeantes y llamaradas de lodo.

El canto angelical del gallo en la mañana,
La sierra reclamando vidas de palo reseco,
El olor a petróleo entra en el paraíso
Y una rutina perpetua que gusta al almirante.

Dejo mi vida llena de lágrimas en las zarzas.
La mora crece sin la mirada de su creador.
La vida vuela apacible por el viento
Que recuerda al hijo que un día dejó.

Mi alma se regocija al saber que es de esa tierra
Donde el canto del peñi una vez se escuchó.
Donde el zorzal planea libre entre los montes
Y los gigantes de acero olvidan su dolor.

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